El Cicat y sus desgracias

El Cicat y sus desgracias
CLODOMIRO MONTERO

Tengo un amigo que es el colmo de la desdicha, se cayó de espaldas y se rompió la picha. Al igual que este ex que se enfrenta con enorme coraje a todas las adversidades. Estuvo de alcalde, delinquió y lo inhabilitaron. Montó una vidriera y, lógicamente, fracasó porque tenían que traer la materia prima del País Vasco. Pero no se arredra; volvió a ser alcalde. Desde la alcaldía preparó otro pelotazo y no tiene rubor en abanderarlo; está atrapado en la cárcel de la codicia. El proyecto se llama CICAT (Centro Industrial Cárnico de Alta Tecnología). Nombre rimbombante para un toco-mocho-empresa. ¿Cómo funciona? Se lo cuento. Se buscan políticos y afines que respalden, con el señuelo de crear puestos de trabajo, una operación que consiste en aportar cantidades de dinero público para montar una empresa; se inflan facturas y los falsos promotores no ponen ni un chavo. El invento funciona durante meses; a continuación buscan unos incautos que lo gestionen o cierran. Ellos ya han cobrado y se ponen a discurrir otro pelotazo. (Vidriera del Atlántico, T-Solar).

¿Qué irían a sacrificar en Xinzo de Limia si en esta provincia ya no queda ganadería? Cabestros si hay, pero se dedican a la gestión pública.

(Este artigo foi publicado en La Voz de Galicia o pasado 17/12/2013)