Los colmillos del juego

Colmillos Juego
Los colmillos del juego
Cada domingo por la tarde, voy al pequeño establecimiento del pueblo donde vivo para comprar mi tabaco de liar. Es...

Cada domingo por la tarde, voy al pequeño establecimiento del pueblo donde vivo para comprar mi tabaco de liar. Es el único que hace de estanco, kiosco, estudio de fotografía, venta de souvenirs, librería, perfumería, etc. Y el único que vende todos los juegos de azar existentes en el mercado nacional. Es el mejor negocio del pueblo como se puede suponer y el que diariamente alberga colas interminables. El número de mujeres que se reúnen a pie de mostrador jugando a las "Rascas" es siempre elevado,  in crescendo dependiendo de la hora. Y ahí en esa fila, nos encontramos  los desafortunados a la espera de ser atendidos, implorando paciencia para que alguna de estas señoras nos haga un mínimo de espacio en el mostrador.

Como aquí nos conocemos todos, hay casos verdaderamente tristes. Mujeres que gastan en estos juegos  los pocos recursos que tienen. Personas que dejan su pensión en ese mostrador repleto de revistas, con restos del polvillo que desprenden los cientos de boletos que diariamente son ahí raspados.

Hoy en día están de moda las populares "Rascas",  que con un amplio abanico de premios,  se hacen irresistibles gracias a su accesibilidad, sencillez y la fascinación del dinero rápido. Y es esta simplicidad unida muchas veces a la excesiva confianza en el azar, la que provoca el irremediable enganche.

En cualquier rincón del mundo, las miserias provocadas por el juego siguen repitiéndose en el tiempo. Porque cuando el  juego saca los colmillos, sus consecuencias no hacen ninguna distinción y a todos toca por igual. Pobres desesperados, humildes resignados, ricos derrochones o afortunados sin fortuna. Porque en la tentación del azar, los más o menos necesitados alguna vez hemos confiado.

Si el concepto de "ludopatía" define al individuo que sufre o padece de una adicción patológica a los juegos de azar, ¿porqué ese concepto no es aplicable de forma general a cualquier modalidad de juego?. Si en los Casinos y Bingos existe la obligación de pedir la identificación personal al jugador,  ¿porqué no sucede lo mismo en los puntos de venta autorizados para esta variedad de entretenimiento?.

 En una sociedad donde cada vez tenemos más conciencia y sensibilidad con los más necesitados, flaco favor reciben estas personas enganchadas a las peligrosas "Rascas". Porque si el principio es el mismo para todos, arriesgar un euro o jugar miles de ellos debería significar  lo mismo. Todo es cuestión de equilibrio y cuando se pierde el control, nos convertimos en esclavos de nuestra irresponsabilidad.

El peligro de las "Rascas" radica en el precio tentador que invita muchas veces al desesperado a cruzar el límite de la racionalidad.  Porque bien sabemos que lo barato sale caro y el que no arriesga no gana. Y como todo está ya inventado, ésto se convierte para algunos en la pescadilla que se muerde la cola, venciendo la imprudencia a la cordura.

Porque al fin y al cabo,¡qué es la vida sino un juego!. Los hay que se arriesgan jugando y los que intentan sobrevivir jugando. Si las crisis empobrecen los bolsillos, ¿cómo cada vez hay más personas dispuestas a arriesgar su suerte, abandonando la sensatez a la fictícia ilusión del azar?.

¿Es la desesperación una ventana abierta a la irracionalidad?