El delicado asunto de las otras lenguas . Manuel Dobaño Peláez

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El delicado asunto de las otras lenguas . Manuel Dobaño Peláez

Por mi tierra gallega se acostumbra a decir aquello de que “cada un fala da feira según lle vai nela”....

Por mi tierra gallega se acostumbra a decir aquello de que “cada un fala da feira según lle vai nela”. Y este agropecuario proverbio se puede aplicar a la delicada cuestión de esas ‘otras lenguas’ que, según mi particular opinión, se hablan en la piel de toro y luchan por una difícil supervivencia en tiempos de globalización y de absoluta supremacía de las lenguas hegemónicas que ahora mismo dominan el cotarro en el mundo, entre las que se encuentra el castellano o español, un idioma en constante crecimiento y que no requiere que nadie lo defienda. Pero las que sí necesitan atención y protección permanente, son las llamadas lenguas minoritarias, un patrimonio que está en peligro de extinción. Cabe recordar que, según la UNESCO, unas 2.000 lenguas están condenadas a desaparecer en este siglo XXI de la faz de la tierra. Delante de tan negros presagios, se hace necesario proclamar que la lengua materna constituye la esencia más pura y sensible que te identifica con la patria chica. Y hago esta íntima reflexión, desde la aparente contradicción que supone haber aprendido mis primeras letras en Segovia, realidad que no me impediría enamorarme de las dos lenguas vernáculas propias de Galicia y Cataluña. Sin embargo, las circunstancias políticas del pasado, casi me convirtieron en analfabeto de ambos idiomas; sobre todo, en lo que concierne a la facultad de escribir de forma fluida, tanto en gallego, como en catalán. Los políticos, que acostumbran a pervertir todo lo que tocan, son los culpables, en primera instancia, de que todavía perviva en España el llamado conflicto lingüístico. El día de su coronación, Felipe VI apeló ‘al respeto a las lenguas y culturas del país’, consciente de que ésta es una peliaguda cuestión pendiente. Y no hace mucho, la Real Academia Galega (RAG), alertaba del ‘deterioro del idioma gallego’; mientras que, aquí, en Cataluña, el ministro Wert sigue empecinado en su cruzada de ‘españolizar’ a los niños catalanes. Hablar en gallego, no es de analfabetos, son analfabetos los que, como Rajoy y compañía, solo se expresan en español, creyendo que así son más cultos y refinados. El secular desprecio y estancamiento que han sufrido ‘las otras lenguas’, es consecuencia directa de la ignorancia. Reflexión final: De regreso a casa de la tradicional cena de los tertulianos y colaboradores de ‘El Prat Radio’, que hace unos días tuvo lugar en la ciudad en la que vivo, dejé escrito en alguna parte el siguiente mensaje: “Deseo pregonar a los cuatro vientos que nos lo pasamos pipa, cantando karaoke, contando chistes y yo, particularmente, castigando al personal, haciendo publicidad de mi nuevo libro. Y para rematarlo, al final, conté un par de chistes, uno de gallegos y otro de catalanes. Éramos 40, los 40 principales de la ciudad…”.