“Mulleres do viño”

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“Mulleres do viño”

María Mercedes Villanueva

Estrella Pérez Álvarez, Rocío González Martínez,

Purificación Pérez Fernández,

María González Pérez

Rosa Trujillo Bolaño

Escola Rural de Saude da Limia

“Río Miño vai caladiño e non despertes o meu meniño…”

Salimos del hospital de Ourense con Elisa Cadaya.

Mi madre aún se encontraba hospitalizada y respondía bien al tratamiento.

A la salida del hospital, el sol se revuelve entre las entrañas de la luna y por los caminos de tierra que bordean el río Miño, en la ciudad de Ourense. De lejos se observa una gran estructura de metal.

smart“Allí está la gaviota”, dice Elisa. Pude observarla claramente permitiendo el tránsito a pie, en coche o en carro, como dicen los venezolanos. Es el puente Millenium, emula el vuelo detenido de una gaviota, como si de una foto se tratara, aparece este pájaro de metal. Las gaviotas y las palomas lo miran sorprendidas, sabiendo que su vuelo es raudo y veloz y aspira atravesar muchos kilómetros en un día. Mientras ellas vuelan, nosotras vamos por la autovía, entrando a los pueblos cercanos del vino, Prado de Miño y Troncoso, en el concello de Castrelo do Miño. Estos pueblos se van quedando, cada vez, más despoblados.
Observamos muchas casas de piedra, con escondrijos abiertos a la belleza desnuda del paisaje. Las casas hablan, cuentan historias de todos los tiempos, de diosas celtas como Navia, santos cristianos y de condes, marqueses, y reyes, de xente, xente, xente, homes e mulleres sencillos, cantando mientras cosechaban el vino que formaría parte de la bebida diaria de todos los hogares.

Elisa es una ferviente y apasionada mujer del campo, su historia está entre estas piedras. La Escola Rural de Saude da Limia va con Elisa y Lola a muchos pueblos, hablando de dulcineas y quijotes, descubriendo lo femenino, más allá de la violencia de género existente en los campos gallegos.smart

Nos adentramos en los pueblos y atravesamos las plantaciones de uvas, y las grandes bodegas de vino. Las uvas claman entre tanta hierba y al llegar a la casa de María Mercedes Villanueva en Prado do Miño, pudimos conocer a Marta la encargada de la casa del mayor “Vive” en Astariz. las gallinas se enloquecen y cacarean al lado de los gallos. María Mercedes nos recibe emocionada con una pasión vital juvenil, a sus 89 años, la vida canta desde su esquina. Lanza una llave atada a una cuerda, sonríe con dulzura, mientras nos ofrece un café. Elisa después de su labor de enfermera va a Troncoso, su pueblo y pasa por estas casas extrañadas de sí mismas y de sus recuerdos, visita a los mayores que se despiden, muchos sin querer, y explica a María Mercedes ¿por qué estamos aquí?

Este hogar respira religiosidad católica, en las paredes reza el ave maría y una prosa cristiana:

“ Señor, dígnate habitar en esta casa, concede a quien llega tu alegría y a quien mora tu paz. A quien sale bendiciones…”

María Mercedes nació el mes de mayo del año 1932 y nos refiere:

smart“A miña infancia foi bastante boa…quedei sin pai os cinco anos…foi moi boa, paseino moi ben”. Este era un sitio muy pobre, tuve cinco hermanos y unos emigraron y otros fueron a la guerra. Es hija de Manuel Villanueva Varela y de Antonia Pérez Álvarez. “…Nuestra infancia estuvo llena de juegos como el escondite entre las casas y en la tarde íbamos al rosario, hacíamos muñecas de trapo y pelotas con un ovillo de lana. Éramos felices. Desde pequeñas trabajamos en el campo, en las vendimias, y sembrando maíz, patatas, íbamos a rozar os toxos. Mi marido y yo éramos primos hermanos. Nos enamoramos por aquí cerca. Antes de tener los hijos vivimos en casa de mi madre hasta que ella murió, después remodelamos esta casa, antes era un pajar. Alrededor de aquí tenemos unas fincas y trabajamos las viñas, llevamos mucho trabajo. Mi marido se enfermó. Hay uvas de Jerez, Treixadura, Torrontes, de ellas sacamos el vino blanco y de Alicante, Mencía, de esas sacamos el vino tinto.

“Se hacía el vino, se elaboraba en la bodega. Ahora se vendimia hasta septiembre-octubre. En febrero-marzo se ven los cangallos, el esqueleto, después se quita la uva, le cae la flor. Luego se estruja con una estrujadora, se prensa y se guarda, luego hacíamos la aguardiente. El vino se guardaba en unos pipotes grandes de madera. Cuando hervía se sacaba para quitar la borra, después se vendía a los almacenistas, hacíamos vino blanco y tinto. Era muy sabroso. En las tabernas se vendía con una pipa y una chave. Ahora siempre viene embotellado. Antes no había química, ahora sí. El vino de aquí es el Ribeiro. Cuando era rapaza. Todo era Jerez, Treixadura y Torrontes. Las mujeres sembrábamos, quitábamos la hierba, se abonaba. La mujer hacia de todo, como el hombre, pero no sulfatábamos. Hacia el mismo trabajo, teníamos los hijos Llegábamos a la casa en la noche después de traballar, no había agua corriente, ni servicios. Había que hacer las necesidades fora, bañarse en una tina de zinc. No había luz eléctrica, aquello era una miseria, el fuego era a borrelleira, la escoba era la xesta. Teníamos que atender a los niños, cenar nosotros. Mi marido estaba en la cuadra atendiendo a los animales. Antes era una alegría. Ahora siento mucha tristeza al ver las casas vacías. ¡Xa solo en pensar que os vecinos non están! Nos va contando cuantos murieron. Es una pena. El campo daba, rendía, ahora es bueno para los almacenistas. Ahora todo es comprar. Muchos sienten que no vale la pena trabajar el campo.

smartLe preguntamos por la relación entre los hombres y las mujeres y la violencia y nos refiere que en este pueblo generalmente la gente se respetaba. ¿Pero… si hay violencia? “ Que se separen…a veces la gente aguanta por vergüenza. En los pueblos se termina sabiendo todo. Yo estuve 63 años junto a mi marido y lo cuidamos en la casa. Se ve que disfruta recordando otros tiempos, desde la ventana nos muestra las tierras y los viñedos, saca varias cajas de galletas y nos las ofrece. Todo se abre a nosotros y San Antonio nos mira desde una esquina de la casa. Sigo pensando en mi madre y su permanencia en el hospital. ¡Tal vez salga pronto! Nos despedimos y bajamos la llave. Hace un calor intenso. Seguimos camino hacia Troncoso el pueblo de Elisa.

En Troncoso habitaban casi 200 personas, ahora hay muy poca gente.

“ Toda la gente que había aquí, ya no hay nadie, se marcharon casi todos, solo quedamos os vellos.

Elisa les habla. Ya saben porque os doy las gracias. Desde hace diez años trabajo con la Escola de de Saude Da Limia, enseño los cuidados por ej. las enseñanzas de los mayores. Lo que hacemos es recorrer esas vivencias de xente mayor, de antes. Ela contaba como faciase o viño, pra enseñarselo logo a xente nova que non sabe y después a xente vaise ver retratada.

En la entrada están a la espera, sentadas sobre unas piedras, Estrella, Rocío, Purificación y María.

Le pedimos la palabra a Purificación Pérez Fernández, nació en 1926, se dedicó al viño, iba a Taboada, marchaba con os bois o carro para Taboada, eu puñalle o cabezal e todo. Se hacía el vino en la casa, a medias. Mi marido era casero. Antes era puro Jerez , ahora hay Mencia, Treixadura, Godello, a los que venían a trabajar se les daba la comida, pasábamos una semana en la vendimia . Cuando mis abuelos se llenaba una tina muy grande y venían a la casa. Na cabeza poñianse os fulleiros que suxeitaban os culeiros cargados de uva para llevarlos a la bodega. Los cargadores eran hombres. Vivimos de la uva y de la leche. Luego se le vendía el vino a los almacenistas. Se envasaba con una manga. El vino era natural, no era como ahora. A nosotros cuando paraba de ferver se llevaba a analizar el grado de Alcohol.

Una de ellas, nos dice que había muchas mujeres maltratadas:

“…alguna se escapaba corriendo y sangrando. As mulleres estaban sometidas y a veces aguantaban, alguna de este pueblo le dijo al marido cuatro cosas y no hubo más. Dabanche unas ostias boas y quedabaste con elas. Roñaban por calquera cousa. Chamabante tonta. En aquella época no mataban os nenos”

smartAlrededor de la conversación hay un ambiente y una energía de grito y silencio, a lo lejos se ve el río Miño y detrás los balnearios de termas y el centro de San Rosendo de Layas y se escucha decir que por estos lados y por tantos otros hay meigas, bruxas, eso le llamaban a las mulleres en la época de la inquisición y en Galicia se sigue comentando:“ as bruxas habelas ainas. Tamen hai vistas y mal de ollo y en ocasions te desean o mal e a xente se enferma. En este mundo hay de todo…A miña nai, xa tuvo a necesidad de ir donde unha muller de esas”

Parece que hay que renovarse o morrer, e millor renovarse. Comentan entre risas y nos invitan a recorrer el pueblo, vemos la casa del cura, la del conde, la antigua escuela y las ventanas y las puertas de las casas abiertas al aire, al sol, al cuadro de las nubes, a las viñas y al rio y a los sueños inconclusos de los que se fueron…smart

seguro que al volver al mercado a comprar el vino ya nunca más podré ver las botellas solas. Detrás de ellas y adentro, sumergidas, estarán estas mujeres del rural del vino, algunas vivas y otras muertas, cantando y contando historias de la producción y los secretos de las uvas, mucho antes de la llegada de los almacenistas y los magos del libre mercado, del sueño del capital infinito que sólo sabe parecido, al jugo de aquellas uvas. Allí estará siempre la imagen de mi madre preguntándome al llegar al hospital:

¿Cómo fue la entrevista y cómo era el pueblo?

Y yo enseñándole estas fotos de Purificación, Estrella, Rocío, María y María Mercedes…y las gallinas y los gallos cantando, mientras los viñedos luchan contra las hierbas invasoras y ellas sueñan con hacer algún acuerdo de venta más justo para que sus hijos regresen.

R.M.T.B.