No sé si recordaréis… Soy Soledad

No sé si recordaréis… Soy Soledad

No sé si recordaréis… Soy Soledad

No sé si recordaréis… Soy Soledad, y ya sé que he tardado mucho en mandar a dendealimia.com el texto prometido (el tema iba a ser el arte, concretamente pintura y restauración), pero a veces no se puede escribir medio bien si la cabeza de uno está en un montón de cosas varias que no le dejan centrarse.

\“Decíamos ayer…\” que íbamos a hablar de arte.

Estamos viviendo en un mundo en el que el arte se toma sólo como una forma de transgresión y de denuncia, cuando creo que el arte sólo debería enfocarse hacia la belleza, hacia la perfección, y aunque sea tan sólo descriptivo de una realidad, nunca debería olvidarse de tender a lo sublime.

Demasiadas cosas horribles tenemos hoy en la vida diaria como para que consideremos y veamos arte, algo tan espiritual al menos para mí, en un bote (perdón) de mierda, en un inodoro, en una pila de platos sucios y mugrientos o incluso, y todavía peor, en una instalación consistente en ver a un perro real muriéndose de hambre.

Lo descrito en el párrafo anterior, con todo lo que nos puedan decir, y respetando siempre las ideas y la forma de pensar de cada uno, no es arte; no sé lo que es, pero desde luego no es arte.

Y con esto no quiero decir que el arte no pueda ser, que de hecho lo es muy a menudo, descriptivo de lo cotidiano, pero siempre se deberían respetar unos límites de modo que el mal gusto, la chabacanería y el feísmo, tan imperante en la actualidad, quedasen apartados y en modo alguno invadiesen el espacio del arte; el Arte, la facultad de hacer algo que en sí no sirve para nada, pero que es fundamental para el espíritu, es además una característica propia de la especie humana que nos distingue de cualquier otra especie.

El arte es la expresión de la belleza que sólo algunas personas pueden plasmar y que a otras les sirve para sentir, para acceder a una forma de ver las cosas de un modo distinto, de darles un sentido que nunca les hubieran dado si un pintor, un escultor o cualquier otro artista no hubiese mostrado a través de su trabajo ese aspecto de las cosas que no todo el mundo a simple vista puede apreciar.

Por poner un ejemplo claro: los objetos de uso cotidiano no nos producen ninguna sensación especial a la mayoría de nosotros, pero un pintor puede interpretarlos y pintarlos de tal forma que ya esos objetos dejan de ser sólo útiles y se convierten en algo único, armónico, bello, en una obra de arte. Otro ejemplo: las montañas, las nubes, para la mayoría sólo son eso, montañas verdes y nubes blancas, pero nos asombraríamos de lo que un pintor puede ver y de la multitud de colores y tonos que puede apreciar en unas simples montañas o en unas sencillas nubes, que en sí no son arte (la naturaleza es bella pero no es arte, el arte lo pone la persona), pero se convierten en tal cuando el pintor actúa sobre ellas.

Sí, el arte es sentimiento, es pasión, es emoción, es muchas cosas más. El arte no sólo se ve con los ojos, sobre todo ha de entrar por el corazón, ha de verse con el alma: el arte es algo espiritual.

Sólo los artistas, y sobre todo los grandes artistas, pueden hacer vibrar el interior de las personas (de algunas personas) y provocar, a la vista de un cuadro, sentimientos que en la mayoría de los casos son indescriptibles, inefables, pero siempre sublimes aún cuando la temática de la obra no sea precisamente agradable.