Vicenta Carrera Cid ¡Liberada por fin de su marido!

Vicenta Carrera Cid ¡Liberada por fin de su marido!

Es tiempo de recogida de la pataca. Los labriegos gallegos de la Limia se encuentran en el campo recogiendo la cosecha. Los camiones están listos y la gente anda rápida por el campo para concluir el trabajo del día. Una mujer pequeña, menuda y muy fuerte, va conduciendo un camión, apoya la mano y da un salto rápido a la tierra, sin darse cuenta de que su mano derecha se engancha con el aro matrimonial y al caer rompe el dedo anular con el movimiento. El aro se retuerce, pero aun así no rompe. Se baja con el dolor retorcido de años envuelve el dedo y la mano en un pañuelo y grita a los demás compañeros mientras se agarra el dedo envuelto con la otra mano que la lleven rápidamente al ambulatorio. Allí la observan por emergencia y comprueban la rotura y casi pérdida del dedo. La trasladan al hospital y el especialista que la ve le explica las opciones que existen y le da la oportunidad de escoger entre perder el dedo u operar para restaurar la falange y hacer un injerto pegando el dedo durante un mes a su vientre. Su dedo anular. Ella escoge la operación.

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Guarda su anillo retorcido y lo guarda, meses más tarde trata de restaurarlo en una joyería, pero no se puede. Fue así como Vita perdió su anillo matrimonial en una especie de anulación espiritual que le propuso la vida con la pérdida de parte de su dedo anular.

Es una historia real que nos hace temblar y rozar el dolor de la unidad y la separación.

Vicenta es una mujer con una gran capacidad de decisión y de resistencia. No se deja vencer fácilmente. Es muy reflexiva. Su estatura pequeñita no minimiza su fuerza y su valía. Es muy blanca, de cara redonda y ojos pequeños, algo picaros. Sus brazos son fuertes. Se ve a una mujer acostumbrada al trabajo y a vencer las dificultades.

Nació en Damil y es hija de labriegos gallegos: Odilo Carrera Penin y Natalia Cid Pérez. Es hija única, algo poco común para la época en la cual las familias del campo eran muy numerosas.

“Por desgracia, no quería ser hija única. Me crié en una casa sola con mi padre y con mi madre. Mi vida no fue que digamos muy buena. Yo estaba con mi abuela materna en el pueblo de Damil. Yo me crié solitaria, tenía el afecto de mis padres, pero casi no tenía amigas. Entré en la escuela, tenía que levantarme a la mañana muy temprano y recorrer el camino a Damil, por el mediodía me quedaba en la casa de mi abuela. Era lo mismo siempre. Allí teníamos un bar.

Desde muy pequeña me dejaban sola en el bar para que lo atendiera. Yo nací prácticamente allí. Trabajé en el bar “La taberna de Odilo” y últimamente puxemoslle “Bar o Forno” porque estaba al lado do forno.

Me quedaba sola, mi padre cuando fue a la migración yo era una niña. Yo estaba todo el tiempo en el trabajo y solo existía el trabajo para mí. En aquellos tiempos las escuelas eran de niños y niñas, era una escuela unitaria, se fueron marchando los maestros. Cuando nos fuimos del pueblo alquilamos la casa y con el tiempo la convirtieron en un puticlub y eso me dio mucho dolor. Le tenía mucho cariño a la casa, la quería mucho porque allí me crie y verla así fue muy duro.

Decidieron cambiarme a Revordacha, tenía que ir y venir, comer y volver. Era la misma historia que para Damil. Siempre tuvimos el bar. Mis padres vieron una casa con intención de comprarla. No teníamos luz, ni teléfono, ni nada y decidieron comprar en Revordacha en cuanto salió una casa a la venta. Yo tenía 14 años, acabé la escuela, no se podía seguir más y mis padres no me costeaban el colegio. Vivía trabajando apartada de mis amigas, sin tener esa conexión con ellas. Mis padres se marchaban con el toldo de feira y yo me quedaba.

Tuve varios novios, ellos venían al lado de las puertas y batían las palmas como señal, bajabas, charlabas un rato con ellos y luego cada uno se iba para su casa.

Siempre quise emigrar para hacer mi vida, trabajar, tener mi propio dinero, me casé con esa intención con José Luis Pérez Jardón de Damil también. El era guapo y simpático, a mi me gustaba, pero enamorada, enamorada no estaba. Me casé como una forma de buscar la libertad, con la idea de emigrar, pero de allí a dos meses me quedé embarazada y cuando nació el niño había que dejarlo crecer un poquito, A los siete meses se murió mi padre, quedaba el toldo y el bar y decidimos seguir con el bar y el toldo y trabajar en casa.

Mi marido y yo discutíamos por alguna cosa y acabamos discutiendo todos. Ella, mi madre, siempre se metía, era hija de soltera, la criaron como una niña malcriada. Ella era la mandona y nosotros los criados, todavía siendo mayor y enferma sigue igual.

Mi marido marchó a Suiza. Estuvo poco tiempo. Un día mi esposo me dio la sorpresa y se vino con los papeles definitivos. El no me consultaba las decisiones.

A los colegios de los niños, siempre era yo la que tenía que ir a ver cómo estaban los niños. El no quería saber de cargas. Yo pienso que las debemos llevar todos, no unos liberarse y otros quedar encargados. Fui al colegio Rosalía y allí en una reunión estaba un ingeniero y nos animamos a poner una granja de visones. No sabíamos nada, pero nos metimos. Tuvimos muchos problemas. Yo tuve que dar muchas vueltas. Salimos poco a poco y nos jubilamos. Yo me encargue de la granja. A los animales hay que cuidarlos mucho. Mi marido decía déjalo: -si morre que morra-. Yo me encargue de eso. Estaba como autónoma, anteriormente yo no podía cobrar porque pagaban el seguro de él y por la casa 300 pesetas.

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En la granja tuvimos muchos problemas porque a él le daba igual. Los visones se crían un año y se venden al año siguiente. Me jubilé a los 67 años. Una vez que me jubilé mi madre se puso muy malita. Siempre vivimos juntos. Éramos tres en el matrimonio. Nunca la pude convencer de no meterse. Cuando me jubilé por las mañanas hacía las cosas. Me agobiaba madre y marido, los dos querían mandar sobre mi y después se marchaban y yo quedaba en casa sola.

Yo era jubilada y tenía que hacer todo, hasta que decidí divorciarme. Esta decisión ya la tenía en la mente prácticamente desde que me casé. Yo dependía de ellos. No se podía ni siquiera ir al médico. Yo iba al médico sin que ellos supieran, cuando me quedé embarazada me dijeron que era muy estrecha de huesos y que lo más seguro era que me tuviesen que practicar una cesárea. Tenía algunas amigas fuera que me mandaron cheques de regalo y yo tenía guardado el dinero. Siempre pensé que el dinero me serviría para la cesárea. Fueron sucediendo muchas cosas. Tuve un quiste de ovario, mis tíos murieron de cáncer y a el no se le ocurrió otra cosa que decir que como me operaban de los ovarios ahora ya podíamos hacer como quisiéramos. En vez de venir a verme rápido llegaron por la tarde a verme después de operada.

Yo me cansé. Él es muy niño. Hace daño sin pensarlo. Hacía cosas que no estaban bien, ni para la casa, ni para mí.

Cuando nos casamos teníamos un dinero para cuando pariera y sin consultarme gastó el dinero en su familia y como eso muchas cosas más. Su familia quería comprar un tractor y pretendían que lo compráramos mi madre y yo.

Tenían que mandar los hombres, pero el no sirve para mandar en una casa. El no servía, echaba la casa por la ventana. No pudo hacer un negocio porque en vez de ganar un euro perdía dos.

Desde recién casada me hubiera gustado separarme, pero de aquellas, era una cosa muy mal vista y a las mujeres no nos daban lo que nos dan ahora.

Pasaron cincuenta y un años, siempre con ese problema. El me decía que estaba jubilado y no quería hacer nada. Se reía de mi trabajo en la casa y en la huerta. Un día se lo conté a la médica de cabecera y ella me refirió con la trabajadora social del centro de salud y con las encargadas de ayudar a las mujeres maltratadas en el centro de información a la mujer del ayuntamiento de Xinzo y así yo puse un abogado. Llegamos a un acuerdo, la mitad de las cosas no las separamos ya que son para nuestros hijos. Yo me quedé con la casa y el se fue a un piso a Xinzo.

Esta época todavía no es tan libre como se cree, especialmente en los pueblos, critican a uno mucho y te dicen cosas desagradables:

-Llegasteis hasta esta fecha a que viene eso de separarse con tantos años-. A mi me sucedió en Damil y en Revordacha.

Yo les diría a ellos que arreglen su vida que les hace buena falta. Yo estoy cobrando mi pensión y él la suya. Después te dan unos mínimos, el gobierno y cobro 700 euros. Yo cobro por la granja.

Yo se los dije muchas veces imonos separar eu non te aguanto mais. El me decía Eu si non quero nin verte.

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Yo se lo decía con todas las consecuencias, pero él no. Se enteró que era en serio cuando le dije que íbamos al abogado y le propuse que nos pusiéramos de acuerdo para gastar menos. Cuando llego el día de ir al juzgado, estando allí me di cuenta de que se me había olvidado la cartera en la casa y tuve que ir a buscarla, así que cuando llegué el ya había firmado el acta de la sentencia de divorcio, pero ni aun así se lo creyó y seguía en la casa. No se iba. Entonces me cansé y tanto a él como a la hija les dije que si no se iba yo llamaría a la guardia civil para que viniera a sacarlo.

La hija lo tomó mal y me dijo cosas me imagino que le dará vergüenza que unos padres tan mayores se separen. Ella riñó conmigo.

Al decírselos de esa manera, la hija leyó la sentencia de divorcio y se dio cuenta que yo tenía la razón. Ella sabe que él no se defiende solo, así que dada mi decisión ella tendría que ayudarlo. Estoy separada desde abril de este año.

Yo les diría a las mujeres jóvenes o mayores que no aguantaran tanto como lo hice yo. Se sale igual para adelante.

Cuesta dar ese paso, pero el mundo no se viene abajo y uno se recupera de esos malos momentos, te sientes bien y te liberas.

Ahora son otros tiempos antes cuando te casabas no conocías a la persona, los padres influían mucho. No existía la libertad que tenemos hoy y no podías conocer a la persona con la cual te casabas, cuando convivías era distinto. El machismo era muy grande. Yo aprendí a conducir el camión. Me decía mi misma: lo que es capaz otro yo también puedo serlo. Yo iba con el coche y el camión y pasaba por los pueblos y los hombres se quedaban asombrados y me decían cosas feas. Yo trataba de no escucharlos, les ponía mala cara y no les contestaba, por eso les tengo mucha rabia a los hombres.

Me pasaron muchas cosas dolorosas, de alegrías no tantas. Cuando tuve mis hijos me sentí muy bien, muy feliz.

El nunca llegó junto a mi para decirme ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Siempre era él-que me duele aquí, que me duele allá-Yo, ya no le hago caso. Me da rabia que venga junto a mí a quejarse.

Seguimos relacionándonos, especialmente cuando vienen los nietos, pero él está en su casa y yo en la mía.

Me gustaría verme liberada completamente. Hoy le tengo miedo a mi madre. Ella está mal y sigue mandando. Yo quiero ser libre para tomar las decisiones que quiera. Estar libre totalmente. Estar libre no quiere decir estar sola, pero sin tantas ataduras y responsabilidades.

A las mujeres que son maltratadas yo les diría que se liberen tomando las decisiones que sientan que deben tomar. En mi pueblo todavía hay mujeres maltratadas. Puede ser que no te maltraten físicamente, pero el maltrato psicológico es igual que el físico por ejemplo el trato despreciativo, no amoroso.

Creo que yo esperé demasiado. Esta decisión yo la llevaba prácticamente dentro de mi desde que me casé, pero fueron sucediendo cosas y se fue posponiendo. Antes de esta última vez fui tres veces a la abogada. Yo creo que es importante que exista el divorcio, cuando me casé no existía el divorcio, se le daban todos los derechos al hombre. Yo creí que al casarme iba a ser libre, íbamos a emigrar, iba a trabajar, a tener mi propio dinero…

Entre risas y un poco de tristeza nos dice que ahora cuando él viene a la casa, ayuda, parece que fue aprendiendo, pero yo quiero estar libre y hacer lo que quiero.

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Lola Rico; Rosa Trujillo e Vicenta Carrera

Nota: El divorcio se instaura por primera vez en España en el año 1932 con la segunda República y se deroga dejando sin vigencia los divorcios anteriores, con la implantación del régimen franquista. En 1981 se aprueba una ley del divorcio. Son fundamentales las luchas de las mujeres feministas que crean la primera asociación de mujeres separadas y divorciadas y crean asociaciones para orientar legalmente a las mujeres e impulsar un régimen legal distinto.

R.M.T.B.