" LOS ANIMALES PARECEN PERSONAS"

Maricarmen Losada Losada
" LOS ANIMALES PARECEN PERSONAS"

MARIA DEL CARMEN LOSADA LOSADA

"Como ti vas pra lonxe /

i eu vou pra vello, /

un adiós, Mariquiña, /

mandarche quero”.

Manuel Curros Enríquez

La mujer que camina de noche, en a Carpaceira, por la recién creada granja de cerdos, es muy joven; hace poco contrajo matrimonio con un albañil de Xinzo de Limia. Es delgada, de cara redonda y cabello liso, sus ojos son pequeños, y emanan mucha energía, sus dientes despliegan una sonrisa franca y muy grata. Ella está dispuesta a tener una familia y un trabajo en su pueblo.

Mari Carmen y sus amigos
Mari Carmen y sus amigos

Es una noche muy oscura, hace frio, y va alumbrando el camino con una lampara de gas butano, en otros lugares usa velas. Da vueltas por entre las ochenta cerdas, esperando el momento de la llegada de los primeros cerditos. De ello solo sabe lo que ha visto en el pueblo, las matanzas, la elaboración de los chorizos, del jamón serrano, en la casa familiar, y la cría en pequeño número, de tres y cuatro en las casas. El cerdo es uno de los pilares de la cultura gallega, mucha de su gastronomía, y sus fiestas está asociadas a este animal, de ellos se aprovecha todo y los animales que son usados para la matanza se crían y ceban con comida casera. En esa época las familias eran muy numerosas y se dedicaban a las labores del campo, siempre tuvieron la propiedad de sus tierras, lo cual les permitìa y permite aún ser autónomos y criarse en libertad en las tierras gallegas, tan queridas e identificadas con los clanes familiares.

Esa noche tan oscura es invernal, afuera hace frio. María del Carmen y su esposo José Rodríguez Garrido tienen un proyecto familiar, que incluye salir adelante con el sustento de sus hijos, y crear un espacio para que ellos continúen sus vidas en el futuro en este pueblo.

Se escuchan ruidos, se observan celajes, apariciones rápidas y fugaces; algunos dicen que las ánimas salen de las otras dimensiones y se comunican con sus seres queridos. Los gruñidos de las ochenta cerditas que ya están próximas a cumplir los tres meses, tres semanas, y, tres días de gestación y les faltan algunas horas para el parto, se sienten cada vez más intensos, lo cual trasmite una angustia muy grande. María del Carmen está dispuesta a cumplir con la petición de su marido, pero su corazón late apresuradamente. Nunca se ha visto en una situación similar.

Pasadas unas horas, la primera cerdita tuvo ya diez cerditos a los cuales secó, les dio calor con una lampara, y los colocó a mamar de su madre. El veterinario le ha dicho que debe evitar a toda costa que el frio los afecte, y se siente conmovida ante su pequeño cuerpecito. ¡Se parecen tanto a los niños! nos dice. A los animales hay que tratarlos muy bien. El lugar tiene un olor muy intenso, los cerdos dan calor al espacio que se limpia constantemente para mantenerlos en las condiciones más adecuadas. Hay un olor característico de cada ser vivo, los cerdos huelen muy fuerte, se siente la orina, las hormonas de los animales, las heces, y, los partos también se huelen. Por más que se limpie el olor es muy intenso.

Los recién nacidos exigen la atención y el desarrollo de más conocimiento de Maricarmen. El veterinario le dio esa responsabilidad, y, le explicó cómo había de hacerlo; las mujeres del pueblo le enseñaron muchas cosas, pero… se siente nerviosa, muy cansada. El miedo se ha adueñado de ella varias veces, y, en una ocasión salió corriendo hacia la casa de su madre, y dijo que no volvería más, pero al día siguiente tuvo que volver.

La maja Mari Carmen
La maja Mari Carmen

Afuera, el espíritu de la noche vaga por los campos y las gentes del pueblo se encuentran durmiendo; la granja, aún no tiene luz. Avanza la puesta en marcha de un proyecto de cooperativas para desarrollar el campo gallego, y, a toda Galicia que está sumida en las dificultades y la pobreza. Muchos labriegos han marchado a la migración y desde lejos envían dinero a sus familias para reconstruir las casas, construir casas nuevas, hacer baños, pagar la educación de los hermanos, o ayudar a los enfermos. Los gallegos se han ido extendiendo por el mundo, hacia Latinoamérica, en Europa hacia Alemania, Suiza, Francia, Holanda, Rusia y tantos sitios, con ellos se ha difundido la obra de Rosalía de Castro a quien realizan homenaje certero en distintas partes del mundo lo cual la ha convertido en una de las escritoras más conocidas.

La pareja aún no ha podido construir su casa y están viviendo en Ganade, en la casa de los padres de Maricarmen. Ella va y viene caminando de La Lomba a Ganade, a la casa de su madre.

El número de animales crecerá mucho cuando todas las cerdas puedan parir, de 80 quizás pasen a 800.

“Ahora me rio, pero lo pase muy, muy duro. El veterinario me eligió a mi para atender a los animales y me explicaba cómo hacerlo. Al superar el miedo yo aprendí todas las labores veterinarias de atención a los animales. Atendía a las parturientas, a caparlos, a cortarles los dientes, lo cual en la actualidad ya se hace cada vez menos, a darles las vitaminas. ¡Eran como mis otros hijos! Llegó un momento que estando embarazada, yo seguía atendiéndolos; la gente del pueblo, y el veterinario me alertaban que si seguía así iba a parir allí mismo entre los cerditos.

Cuando las cerdas empezaron a parir fue tan impactante para mi que me fui a casa de mi madre corriendo. Mi esposo me decía: si te vas a casa excusamos hacer esto. No teníamos dinero. Tuvimos que pedir un préstamo, luego ya fuimos ampliando e hicimos varias naves. Ahora todo está más tecnificado.

Empecé en la granja con veinticuatro años. Ya tengo cuarenta años de experiencia atendiendo a los cerditos y en las labores de granjera junto a mi familia, en especial con mi marido. Me casé a los veintidós años. Empezamos a hacer las granjas con todo el esfuerzo, no nos regalaron nada. Nunca había visto parir una cerda, nunca.

Cuando me casé me quedé con mis padres, mi madre me dijo que me quedara con ella a ayudarla. Hice muchos viajes durante ocho años. Los niños empezaron a ir a la escuela de Ganade, los dejaba, y venìa a trabajar, por la tarde, iba a recogerlos. Ellos jugaban aquí, mientras yo trabajaba con mi marido. En una ocasión una de mis hijas tuvo un accidente siendo muy pequeña, se quemó una mano, y, como no había agua corriente le echamos vino por la mano, y la llevamos corriendo al médico, le quitaron toda la piel, se pudo recuperar muy bien.

Al principio, comenzamos con 80 cerdas. Cuando salieron en celo las atendimos y parieron todas. La granja no tenía luz eléctrica. Por la noche, me sentaba al lado de las cerditas en la época que parían. Los lechones si no les das calor se mueren de frio. Mi marido debía trabajar todo el día en la obra, y, para que yo no estuviese sola dormía en una plancha de porexpan en el pasillo. Cuando parían las cerditas sacaba los lechones a un cesto y les colocaba una lampara para darles calor.

Pasaron ocho años hasta que pudimos hacer nuestra casa; trabajábamos todo el día, hasta que los niños regresaban en la tarde de la escuela. Algunas cerdas no pueden parir, y hay que ayudarlas. El veterinario me explicaba; tenía que meterle la mano e irle quitando los lechones. Pinchar a las cerdas, y a los lechones, cuando nacen se les coloca un antibiótico, y a los lechones se les coloca el hierro. Una vez que va saliendo el cordón ya lo suelta. Hay que cortarle los dientes, y, la punta del rabo, porque sino muerde mucho a la madre. Esta práctica ya casi no se hace. De los cinco a los 8 días los machos se castran. El veterinario me enseñò y me dijo: ahora lo hace Ud., y desde ese día lo hice todo yo. Hoy estamos castrando, una vez que están castrados que tienen 27 o 28 días van al destete. También se hace inseminación artificial. Empecé a hacerlo y lo sigo haciendo. Hay que hacerlo bien. Se inseminan, se preñan, se las atiende en los partos. Se curan las diarreas.

Ahora todo es muy fácil, pero aquellas noches de los primeros siete años eran interminables. Me levantaba y andaba con una lampara de butano, y la llevaba para poder ver algo, porque las noches eran muy oscuras y, solo advertía sombras. Me daba mucho miedo. Yo a los veintidós años no sabía nada del mundo. Me encontré de repente con dos hijos y con este trabajo. Se les daba de comer a mano a los animales, y se limpiaban todos los días. Hoy tiras las palancas y cae el pienso para alimentarlos. Debo decir que mi esposo también trabajó muchísimo. Iba a trabajar por las mañanas porque era albañil y luego regresaba. Con treinta y siete años empezó a sufrir de artritis psoriásica y lleva toda la vida enfermo.

Mari Carmen Losada, Lola Rico y Silvia Hincapie
Mari Carmen Losada, Lola Rico y Silvia Hincapie

Recuerdo que en una noche muy oscura. Me acosté al lado de mi marido, tenía miedo. Vivì esa época despierta tomando café muy frecuentemente, tanto que llegue a un extremo que el café me provocó un daño terrible en mi salud. Tomaba café a todas horas para mantenerme despierta. Llevamos una radio porque mi esposo me dijo, coloca la radio para que no te duermas y te distraigas, pero cuando puse la radio las cerdas se levantaban todas y no parían. Así que me quedè sentadita al lado de ellas y a oscuras y cuando empezaron a parir los iba colocando en el cesto y luego los colocaba a mamar.

En esa época, no teníamos llave en la puerta y de pronto sentimos que empezaban a mover la puerta y mi marido quería salir. Yo lo detuve. Al día siguiente me fui al pueblo y pedí prestada una escopeta. Habíamos pasado un momento terrible con el forcejeo de la puerta. Estaba todo muy solo. Estábamos hasta las dos o tres de la mañana. Yo dormía una cuatro o cinco horas o me levantaba a las cuatro de la mañana, a la hora que fuera.

Siempre he querido mucho a mis cerditas. Tuvimos una cerdita ciega que parió once veces, y no veía nada. Cada una tiene un numero con su historia de gestación, igual que una persona. A mi siempre me gustò cuidar a los animales. Teníamos un sitio especial. A los animales no hay que maltratarlos. Nunca me gustò maltratar a ningún animal, fueron buenos tiempos, pero claro, el resultado de todos estos años y ese gran esfuerzo ha sido la gastritis”

Ahora, los cocidos, las cacholas, las costellas-costillas, el solomillo, las orellas-orejas, el fouciño-el hocico, los rabos, el espinazo, a queixada-la quijada, la cachucha o cabeza, los jamones, el lacón, la paletilla, la soa-espinazo, el bandullo-estomago, el pedro que es la última parte del intestino grueso, el unto que es la grasa que tienen en la barriga, la panceta, las chuletas, tendrán para todas nosotras además del sabor de la comida gallega y del entroido-carnaval gallego, la cara de Maricarmen, sus cerditas, y el desarrollo de una experticia y un conocimiento muy profundo de los animales, su cuidado, el amor y la vida que ha entregado por su granja y su familia, al extremo que dos de sus tres hijos se han contagiado con esa necesidad de vivir en el campo. Su hijo varón ama tanto este proyecto que no ha querido salir del pueblo, tiene su pareja y tres hijos y vive en Xinzo, pero trabaja en la granja. A la salida lo conocemos. Es un hombre muy grande y fuerte. Tiene la sonrisa de Maricarmen y nos señala con mucha alegría el lugar. Se puede divisar una gran explanada cargada de xestas floridas. Los puntos amarillos cubren los campos en colores alegres que dan mucha energía y esperanza.

Maricarmen nos prepara café a Lola Rico y a Silvia Hincapie, nuestra amiga que ha llegado de Colombia. Mientras nos explica cómo se hace el cocido gallego, nos ofrece una gran bica.

Le pregunto si hacen la matanza con otros cerdos criados en la casa y me dice que no. Utilizan los criados en la granja, al lado, esta su otra casa, construida por su marido, junto a un parque, y una pequeña piscina para los nietos. Todo muy cuidado con plantas y flores. Otra de sus hijas hizo medicina y su hijo enfermería, y la otra hija se graduó en dirección de empresas. Sus tres hijos son: José Manuel Rodriguez Losada, María Rodriguez Losada y Laura Rodriguez Losada. En la actualidad tienen seis nietos, Mateo, Candela, Ariadna, Triana, Hugo y Manuel.

El tiempo de la entrevista ha transcurrido como una exhalación. La historia siempre me trae el recuerdo de mi infancia junto a mis padres, los viajes a Solveira, y la matanza en el barrio de abajo, en la casa numero 17 de Xinzo, con la tía Caridad y el tío Laudelino.

Maricarmen es una mujer muy risueña y ágil, pero ya no puede tomar café por la gastritis. Las noches en vela tomando tanto café le dejaron esa señal en el cuerpo. Antes de irnos sale apresurada, y nos trae unos potes de miel de regalo y se despide con un abrazo fraterno invitándonos a regresar. En la segunda entrevista nos agasaja con chorizos de los hechos por ellos, nos presenta a su esposo.

La vida en el campo tiene sus variantes en el siglo veintiuno, hay luz, agua corriente. Ya funciona el internet, alguna gente joven retorna a trabajar con emprendimientos novedosos. Tal vez es la hora de mirar lo que todas estas mujeres y hombres han hecho y ayudar a las jóvenes del lugar a descubrir las fortalezas de vivir en estos lugares donde la longevidad es una de las mayores del mundo, pero también la soledad, tal vez es el momento de ir llenando la Galicia vaciada…

R.M.T.B.