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MARIA DEL CARMEN BARGE OTERO “LA VIDA ES UN REGALO SAGRADO”

MARIA DEL CARMEN BARGE OTERO “LA VIDA ES UN REGALO SAGRADO”


“La vida es un regalo.

Es un laberinto que cada uno tiene que recorrer,

y está lleno de obstáculos, que hemos de afrontar,

para llegar al final. Esto es a grandes rasgos, el laberinto

de la mía, si le sirve a alguien,

para mi será una gran satisfacción. “

 

María del Carmen Barge Otero

Rosa Trujillo Bolaño

ESCOLA RURAL DE SAUDE DA LIMIA



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Fueron muchos años de servicio escuchando el llamado de una vocación ineludible, ejercida como el derecho, la pasión, o el don de poder sentir felicidad atendiendo a los demás. Servir a aquellos que más nos necesitan, dando apoyo, vestimenta y alimentación, garantizando la higiene, la escucha, tranquilidad y alegría, en este caso de personas ancianas. - “Es necesario situarse en su lugar, para compartir con ellos” (M.C.B.O.)-

María del Carmen fue descubriendo desde su juventud esa vocación de servicio. La solidaridad es fundamental para disminuir la violencia y poder construir otro mundo más justo y solidario. Ella descubrió el don de cuidar y lo aceptó desde muy temprana edad. En su adolescencia se dio cuenta y se entregó a la atención a las personas mayores. Ya en su adultez después de muchos años de trabajo fue haciendo conciencia de que algo distinto le sucedía.

            “Me daba cuenta de que debía trabajar en base a alarmas del reloj, para dar los medicamentos a los ancianos, olvidaba las llaves, el teléfono, contestaba y no sabía quién era la persona que me estaba llamando, y no recordaba bien qué me habían dicho. Mi madre tuvo Alzheimer y mi abuela también. Decidí hablarlo con mi familia y los reuní a todos. Mi familia es unida. Les dije: no sé qué me está pasando. Cada uno fue aportando lo que pensaba, incluso me confesaron que ya habían percibido que estaba diferente, pero no sabían cómo decírmelo. Fui al médico de cabecera y no le dio importancia, después intenté con la neuróloga. Me hizo las pruebas pertinentes. Se detectó por las proteínas que hay en sangre, por medio de una punción de la médula lumbar. Llegaron a la conclusión de que estaba en una fase inicial de Alzheimer. Fui después a otro neurólogo y se corroboró el diagnóstico. -Fase inicial de Alzheimer- Estoy diagnosticada desde agosto del año pasado. Hoy me encuentro estable. Hago  todo lo que no suponga un esfuerzo con stress muy grande, porque me faltan palabras; a veces quiero llamar a una persona por su nombre y no me sale. Intento estar activa haciendo crucigramas, puzle, punto de cruz, gimnasia, pilates, estar activada, para que mi mente esté estimulada, funcionando, interconectada. Reconocer mi situación, aceptarla, y vivir con ella, para que no sea una carga tan fuerte para mi familia. Tener una buena calidad de vida evidentemente es muy importante. “(M.C.B.O.)

Nos sentimos frente a ella como si por un momento pudiésemos trasladarnos a una misión en la selva y encontrarnos con una religiosa con una vocación, entregada sin más a las poblaciones originarias, como es el caso de las hermanas Lauritas o aquellas como La congregación de hermanitas de los ancianos desamparados en la cual ella desarrolló su vocación.

La hemos escuchado en público dando el testimonio de su enfermedad del Alzheimer, y llama la atención su entereza y un rostro que denota firmeza y alegría. Recientemente la conocimos en el aula de La escola rural de saude da Limia. Ella vino interesada en la información del cartel invitando a una conferencia sobre El día mundial de los enfermos de Alzheimer. Un día al año  Naciones Unidas promueve la realización de actividades sobre esa enfermedad, a fin de que la gente reflexione y conozca la enfermedad y cómo enfrentarla. Se realizan actividades para concientizar a la población sobre esta patología, qué es, cómo tratarla, qué hacer en caso de que empecemos a sentir algunos síntomas en nosotros, dónde ir.  Ella expresó su interés en acudir a la charla y dar su testimonio. Es su decisión libre y consciente, la que permite estar con ella, y realizar ahora esta entrevista.

Manifiesta su decisión de ayudar a los demás con su confesión publica de la vivencia de su enfermedad. Tal vez, estemos viviendo un mundo complicado como dice ella. Un mundo en el cual las vocaciones han ido desapareciendo. Un mundo en el que escasamente pronunciamos la palabra oración, la palabra Dios. Pero de pronto, estas palabras vuelven a aparecer, y se materializan en dones, en una gracia entregada a personas como ella, a situaciones de ayuda de forma milagrosa. Si bien es cierto, que el servicio a los demás, en muchas ocasiones ha estado destinado a las mujeres como un deber, también es cierto que muchas de ellas lo han asumido por vocación, y sabemos lo necesario, e importante que ha sido para la historia de la humanidad estos sucesos de la trascendencia que pueden orientar y enseñar a los demás. Recordemos el caso de la gran labor realizada por Florence Nightingale o Ysabel Zendal y los descubrimientos y trabajos  que ambas aportaron al mundo de la historia de la medicina.

María del Carmen recuerda su origen:

            “Nací en una familia muy humilde de cinco hermanos, cuatro mujeres y un varón. Mis padres emigraron a Alemania en el año 1965, y nos dejaron con mis tías y el abuelo paterno. A los once años tenía amigas que habían ido a Orense a Las hermanitas de los ancianos desamparados, en la avenida de Buenos Aires, eso me permitió conocer la congregación; yo también fui y estuve entre los doce y los dieciséis años allí. En ese tiempo nos inculcaban el amor a las personas mayores, teníamos una tuna, les cantábamos y los ayudábamos a comer. A los dieciséis años Decidí que debía formar parte de esa congregación y quería trabajar con los ancianos.

Me fui a valencia cuatro años e hice los votos, entre los dieciséis y veintiún años. Ya era novicia, tenía que estudiar teología y realizar la formación de enfermería, me gradué de técnico auxiliar de enfermería. Cuando hice los votos me mandaron a Alcoy, en Alicante; estuve quince años dedicada como religiosa y enfermera con los ancianos que tenían una mayor discapacidad. Aprendí a ser enfermera, a dar mis conocimientos a los ancianos para que tuvieran una calidad de vida mejor. Estuve como directora de la Residencia de mayores en Medina del Campo. Ejercía la dirección de la residencia que albergaba a ciento setenta y cinco ancianos y dieciséis empleados. Nunca dejé de ser la persona sencilla, iba a levantarlos al mediodía, les daba de comer y los atendía. Estuve cinco años ejerciendo esa función y de allí me llevaron a Puente Deume, en A Coruña, con la misma responsabilidad (...)

Tienes un campo visual mucho más amplio del organigrama de la congregación y de la vida religiosa cuando eres directora. En Puente Deume me planteé si esta era la vida religiosa en la que yo creía, y en la cual me estaba realizando. Escogí hacer un año sabático para decidir si me sentía feliz allí y si debía continuar en la vida religiosa de esa congregación. Posteriormente, dejé la vida religiosa, pero nunca abandoné el carisma del servicio a los demás. El carisma es esa vocación de entrega y atención a los demás, está basado en la gracia, en el don que Dios nos otorga natural, y misteriosamente; está cargado de voluntad y de amor, y puede ser aplicado a la vida y a la acción diaria del servicio”. (M.C.B.O.)

-Entendemos por esta explicación que es algo más que una vocación o una decisión personal. Se asemeja a la formación de una perla preciosa dentro de una concha de nácar. Ella alberga un grano de arena, y lo cuida como una madre de forma aparentemente accidental, hasta que por una circunstancia se va cubriendo de ese nácar y se convierte en esa perla maravillosa y brillante, con una textura suave, redonda y delicada, pero aquí entra la conciencia que la persona va adquiriendo en su vida sobre ese don-

            “Me dediqué a mi familia y a otros ancianos. Trabajé en un balneario en Medina del Campo como directora de la clínica termal. Era la que organizaba el uso de las aguas termales. Quería trabajar en residencias de ancianos, pero no sabía gallego, y tuve que ir a la universidad a estudiar el idioma gallego. Luego trabajé en La residencia sanitaria de Orense. Me he enriquecido como persona con conocimientos de vida. He aprendido a valorar las cosas más íntimas de los seres humanos independientemente de su origen y su historia. Vivir con pocas cosas me ha permitido entender a todas las personas que vienen y no tienen cariño de su familia. Les das un beso, los tocas, aprendes el tacto humano, el valor del abrazo, de la escucha atenta, llamar a cada uno por su nombre y ver sus reacciones, me ha hecho colocarme en el lugar del otro, tratarlo como yo trataría a mis padres, con mucha delicadeza; me ha hecho sentirme satisfecha de mi vida. “(M.C.B.O.”)

Es por ello, por lo que probablemente se vio en la obligación de contar su historia y las sugerencias a tomar en cuenta para atender a personas mayores. La atención a las personas no es solo un espacio laboral, ha de ser un lugar de empatía, agrado y amor.

            “Es muy importante que las personas que se dediquen a la atención sean amables, serviciales, atentas a cualquier estimulo, porque las personas a veces no hablan, pero si gesticulan, si sienten, y si no se dan cuenta y nosotros sí, tenemos una responsabilidad. Las personas deben estar atentas a los sentimientos y expresiones faciales de los ancianos. Hay que ofrecer un servicio exquisito. Voy a decir más, si hubiese un anciano que en su vida hubiera realizado acciones criminales lo atendería igual. La vida de las personas no puede influir en la atención que le dedicas. Yo veo a una persona humana que necesita mi ayuda, nada más, no veo su historia”.

Las personas mayores también tienen derecho a su sexualidad. Los hombres y mujeres somos desde que nacemos hasta que morimos. Tenemos derecho a una sexualidad libre. El sexo entre mayores no se entiende como cuando eran jóvenes. Hay gente que se conoce en la residencia y se casa. Yo he vivido una experiencia de atención a un matrimonio. La mujer tenía Alzheimer y él estaba bien y abusaba de ella. Ella no estaba capacitada y la debía respetar. Ella no estaba consciente ni capacitada para tener una vida sexualmente activa. En ese caso, él debía respetarla. Yo me negué a aceptar eso. Me parece que cuando no hay igualdad de condiciones no se debe permitir. Son muchas las cosas que uno va aprendiendo. En mi caso, desde marzo de este año decidí dejar de trabajar en Taboadella, en la Residencia del Consorcio galego de igualdad y bienestar porque empecé a darme cuenta de que ya no estaba igual, fue cuando decidí ir al médico y me diagnosticaron el Alzheimer. El día en que se conmemoraba esta enfermedad vi un cartel de La Escola Rural de Saude da Limia y me acerqué decidida a dar mi testimonio, que ellos han grabado en un video, creo que eso puede ayudar a los demás” (M.C.B.O.).

            Ha sido una experiencia fundamental para La Escola escola rural de saude da Limia poder escuchar y grabar este testimonio. Por ello, concretamos con María del Carmen varias entrevistas, a fin de incluirla en el proyecto de Mulleres símbolo del rural gallego. Hemos observado en ella breves olvidos, pero tenemos la certeza que aun cuando esté diagnosticada de Alzheimer y se olvide de algunas cosas, probablemente nos dejará desde su mirada una sensación de trascendencia, de ese don, de ese carisma elegido como posibilidad de realización en la ayuda a los demás. Igual que aceptamos a aquellas personas que eligen ser independientes y vivir su vida, también es fundamental reconocer y aceptar a aquellas que se sienten felices entregándose al servicio sin necesidad de ser religiosas.

            “Agradezco a La escola rural la acogida recibida porque me siento como en familia”. (M.C.O.B.)

 

R.M.T.B.